Sara Carbonero, con vestido típico regional


Hoy, Sara Carbonero me ha retrotraído a mi más tierna infancia y me ha hecho regocijarme en un capítulo de mi vida que por más que lo intento no puedo olvidar. Y es que hace años a una amiga le tocó interpretar en la Misa de Navidad del colegio el villancico de "Campana sobre campana", luciendo para la ocasión el traje típico regional.

Andabamos apurados de tiempo y a la hora de echar a andar a ella le dió lo que se viene conociendo como una "folloneta" y no queria salir de casa porque decía que no llevaba coloretes.

Entre el "vamos tarde", "tira niña" y "yo no salgo sin pintar" sucedió algo que quedará para siempre grabado en mi memoria y en su cara. Y es que su madre, al grito de "si quieres coloretes, toma que te los pongo", le calzó dos bofetones, uno en cada mejilla, que le dejó un tono de cutis perfecto y un trauma de por vida.

En fin, que a lo que iba... Pienso que un vestido folclórico es una prenda que, en general, no sienta bien. Demasiadas capas y encajes aderezados por peinados imposibles, de mantillas y peinetas. Pero sea por lo que fuere, todas nosotras hemos llevado alguno en algún momento de nuestra existencia.

Saritísima Carbonero, también. Y la revista Cuore da fé de ello esta semana llevando a su portada a la novia de Íker Casillas hecha un cromo. La bella presentadora, nombrada años antes de hacerse famosa reina de las fiestas de su pueblo, se enfrenta hoy al documento gráfico que acredita que no siempre cualquier tiempo pasado fue mejor. Y que a ella, como a las demás, el refajo no le queda bien.

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